Tic, tac. Tic,tac. Oigo a lo lejos el sonido de algún reloj que hay por la casa. Es curioso. Siempre que intento concentrarme en algo oigo aquel reloj continuamente, es algo muy molesto. Tic, tac. Llega ese sonido una y otra vez a mi cabeza. Al principio me molesta mucho, pero al final acabo olvidándolo. Me muerdo el labio, una y otra vez. Tengo una especie de tic cuando me pongo nerviosa. La verdad es que no sé que es lo que me pasa. Todo mi mundo está patas arriba. Me siento como si viviera al revés. Y la verdad es que me siento mucho más segura. Y no sé exactamente porque me siento así, pero no me molesta en absoluto. Y entonces pienso en él. Como me abraza todo el tiempo. Como me hace sentir cada vez que me sonríe. Como me mira cada vez que se enfada. Recuerdo cuando se fuma un malboro cada vez que le saco de quicio. O cuando me dice que le vuelvo loco. Y ya entiendo todo. Y ahí es cuando todo empieza a encajar. Todo mi mundo está patas arriba sola y exclusivamente por él. ¿Pero
sabéis por qué no me molesta en absoluto? Porque estoy viviendo al revés, pero a su lado. Y por eso mismo me siento segura, porque estoy a su lado...
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